Una de las
diferencias más destacadas de las NIIF respecto al PGC es la utilización, para
algunas partidas, ya sea de forma obligatoria o voluntaria, del denominado valor
razonable, que se define como el importe por el cual dos partes
interesadas, debidamente informadas e
independientes:
- intercambiarían un activo,
- o bien cancelarían un pasivo.
En el gráfico 2 se pueden ver los criterios valorativos
tradicionalmente utilizados en la información contable, según el Marco
Conceptual. Ninguno de ellos, aplicado a todos los elementos de los estados
financieros, satisface plenamente las necesidades de los usuarios, de manera
que es preciso escoger el que sea,
en cada caso, más relevante y fiable.
La aparición del
valor razonable, que es, como el coste de reposición y el valor neto realizable,
un tipo de valor basado en las condiciones presentes de las partidas, tiene mucha relación con la disponibilidad de
mercados organizados para ciertos bienes, derechos o instrumentos financieros, donde se marcan de manera
casi continua precios públicos, que todos los interesados conocen.
Si los mercados funcionan bien y marcan precios sin riesgo,
las informaciones sobre las cotizaciones de los elementos intercambiados en
ellos son muy relevantes para la toma de
decisión, mucho más que el coste histórico. Por otra parte, si los mercados son
activos y no comportan muchos costes de operación (intermediarios, impuestos,...),
el valor razonable, el coste de reposición (precio de comprador) y el valor
neto realizable (precio de vendedor) estarán muy próximos.
Cuando no hay un mercado activo, puede obtenerse el valor
razonable recurriendo a transacciones sobre elementos que tengan características
similares (es el caso de los inmuebles situados en un mismo barrio o calle), o
bien simulando el comportamiento del mercado a través de modelos de valoración
(por ejemplo, se puede saber el precio que alcanzaría un instrumento de deuda
pública a un determinado plazo utilizando los tipos de interés que representan
el rendimiento de otros instrumentos
emitidos que venzan en fechas próximas).
Las NIIF han introducido, por motivos de utilidad, el valor
razonable en la medición de ciertas partidas del balance, lo que implica también
que la información debe revisarse cada vez que se presentan estados
financieros, puesto que los incrementos del valor razonable de un activo
llevado al valor razonable son ingresos (ganancias), mientras que los
decrementos son gastos (pérdidas).
GRÁFICO
2: El Valor Razonable
El valor
razonable se utiliza obligatoriamente en
todos los instrumentos financieros que la empresa posea, salvo que sean
préstamos o partidas a cobrar originados
por ella (por ejemplo no se utiliza en las partidas de clientes) o bien sean
instrumentos de deuda mantenidos hasta el vencimiento. No obstante, los cambios
de valor en los instrumentos financieros se tratan de diferente forma en función
de la intención que la empresa tenga respecto a los mismos. Así:
Si los
instrumentos se mantienen para negociar continuamente con ellos, los cambios en
el valor razonable son componentes del resultado neto, mientras que si
solamente están disponibles para la venta, los cambios se pueden llevar al resultado
neto o a una partida de los fondos propios, que se convertirá en resultado en
el momento de la enajenación.
El valor
razonable también se utiliza, de forma obligatoria, en la valoración de los productos
agrícolas (trigo, maíz, patatas, etc.) y los activos biológicos (bosques, cabañas
ganaderas, etc.). Los cambios en el valor razonable de estas partidas se consideran
en todos los casos componentes del resultado neto del periodo.
Por otra
parte, el valor razonable puede utilizarse,
de manera voluntaria, en determinados activos, como son:
·
Los
elementos del inmovilizado material, siempre que se pueda determinar el valor razonable de manera
periódica, en cuyo caso la amortización se calculará sobre los valores
expresados, y los incrementos de valor
por encima del coste histórico amortizado se llevarán a una cuenta de fondos
propios, mientras que las disminuciones
se consideran resultados negativos;
·
los
elementos del inmovilizado inmaterial, cuya
contabilización es similar al caso de los activos materiales, si bien es
difícil encontrar mercados activos para la gran mayoría de los activos
intangibles; y
·
las propiedades inmobiliarias, en cuyo caso los
cambios de valor se llevan a los resultados netos y la revisión de valor se
debe hacer en cada fecha de balance.
Aunque las
empresas tienen la posibilidad de utilizar voluntariamente el valor razonable,
es necesario considerar los costes que supone tener que revisar continuamente
el valor (por ejemplo los costes de las tasaciones de los inmuebles), así como
la tradición contable del país en cuestión.
Por otra
parte, la adopción de un modelo de valor razonable puede hacer que los resultados
netos varíen por causas que quedan fuera del control de la empresa, por lo que
se vuelven “volátiles”, razón por la cual no es de esperar que haya una propensión
muy marcada por utilizar este criterio valorativo a ultranza.
En la tabla
1 puede verse un resumen de la aplicación del valor razonable en las NIIF, así
como la imputación de los cambios de valor al revisar los saldos de las partidas.
En el caso de las revalorizaciones obligatorias, se presume la existencia de mercado.
En el caso
de las revalorizaciones voluntarias, los elementos materiales requieren la existencia de mercado o la intervención de un
tasador, mientras que los elementos inmateriales sólo se pueden revalorizar si
existe un mercado activo que respalde los valores razonables.
TABLA
1: APLICACIÓN DEL VALOR RAZONABLE EN LAS NIIF
Aplicación
|
Partida de balance
|
IMPUTACIÓN DE LAS DIFERENCIAS DE VALOR
|
|
OBLIGATORIA
|
resultados
|
patrimonio
|
|
Instrumentos financieros para negociar
|
X
|
||
Instrumentos financieros disponibles para la venta
|
X
|
||
Productos agrícolas y activos biológicos
|
X
|
||
VOLUNTARIA
|
Propiedades inmobiliarias (mercado, tasación o modelo de valoración)
|
X
|
|
Inmovilizado material (mercado o tasación)
|
X (pérdidas)
|
X (ganancias)
|
|
Activos inmateriales (si hay mercado activo)
|
X (pérdidas)
|
X (ganancias)
|
Por último,
las revisiones de valor de todos los elementos llevados a valor razonable deben
hacerse en cada fecha de balance, salvo en el caso del inmovilizado material y
los activos inmateriales debe hacerse regularmente, y los elementos deben ser depreciados
y amortizados, a partir de los valores revisados, en cada fecha de balance entre dos revalorizaciones.
Autor: José Antonio
GONZALO ANGULO – Universidad de Alcalá
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